(O de la persistencia de la quimera en la intimidad de la memoria)
Vagó en las huellas inciertas
Que en la arena sin abrigo,
Dubitativas y yertas,
Tambalean mi compás
Con tu ¡jamás tú conmigo!
Grano a grano, del Poniente,
Arrastrados los vestigios
Del sendero sin destino,
-¡Singladura evanescente!-
Se me agosta el poderío.
-Mas dame un punto de apoyo
Y podré volver al mundo.-
Rafa:
ResponderEliminarAlgunos poemas me "saben" a "paisaje", éste, en concreto, me suena a desierto, a tierra yerma y sedienta de un tú, a atardecer naranja impotente y de desesperante reclamo de una mano-apoyo a la que agarrarse para regresar del exilio.
Sí, el de Siracusa, lo sabía: si la fuerza se ejerce lejos del PUNTO DE APOYO, se puede mover "el mundo", lo que importa no es el peso ni la distancia, sino la fuerza que podemos ejercer con ese "punto de apoyo".
Un abrazo
Pues sí, merce, precisamente pensé poner una imagen de unas huellas borrándose en el desierto. Pero no encontré ninguna que me gustase. Pero veo que, en este caso, unas palabras han valido por mil imágenes. Desierto interior con las huellas -esas migitas de pan marcando el regreso que se comieron las palomas- borradas.
ResponderEliminarY sí, la pura física, puede llevar en su seno mucha más filosofía de la que imaginamos.
Besos