No penséis
Que es la noche
(Luz cegadora).
Turbias como llagas ulcerando la hipodermis.
Oscuros oscuros
Oscurísimos diluvios
Danzando y danzando aquelarres.
Cayendo y cayendo y cayendo
Incesantes.
Calcinando a borbotones la esperanza
Y el ala blanca.
No penséis.
No hay dolor no hay dolor no hay dolor
Sólo muerte.
Si acaso tapaos los ojos
permitiéndoos el pasmo como escudo.
(“¡Guau,
Menudo pepinazo!”).
Abajo
Allí
Muy muy muy
Abajo
En las simas abismales del infierno
Gime de espanto el lamento.
¿Un bombardeo? ¡Cuanto mal ... cuanto dolor!
ResponderEliminar¿Cómo paramos las guerras?
PAQUITA
pero esto jamás lo verá quienes 'dirigen' las guerras, sólo lo pueden ver y sentir personas de verdad.
ResponderEliminarUn beso.
No lo sé, Paquita, pero tal vez entre todos...
ResponderEliminarPero, además, María, los que dirigen las guerras, con su poder, pueden acabar lavando muchos cerebros. "Guau, que pepinazo" exclamó el comandante del Enola Gay cuando vio la ola de destrucción que había desencadenado Little Boy sobre Hiroshima.
Besos