Ya que en los últimos tiempos,
Admito que con acierto,
No has dejado de acusarme
De guardarme de contarte ciertas cosas,
Y habida cuenta que ya
Has dictado tú sentencia inapelable
Y al parecer no existen posibilidades
De ver reducida mi condena,
Hoy al fin me he decidido,
Con la desilusión dando fe como notario
Y más que para demostrar mi honestidad,
Para complacer tu solicitud de transparencia,
A presentar mi declaración de males
Sincera y públicamente.
A día de hoy, mas sobre todo en la noche
Cuento en mi haber –o para ser más precisos,
En el debe- con unas manos más que vacías,
Una oscura turbidez apegada a la mirada
Y unos cuantos años como toda una vida
Irremisiblemente perdidos para nada,
Para nunca, para siempre, para nadie.
También soy a mi pesar usufructuario
De un sin fin de sueños rotos
-nunca podrás llegar a imaginarte como sangran-
Y de un pesado y persistente insomnio
Que estrecha horizontes y ensancha mis noches,
Mientras va menguando con la luna mi esperanza.
No quisiera que se me quedasen en el tintero
Mi creciente tabaquismo compulsivo,
Ni estos pasos sin huellas errabundos
Requebrados por el vértigo y la nausea,
O esta recién descubierta, en reconocimiento rutinario,
Tensión arterial
Desmedidamente elevada.
He querido dejar para el final
Por ser de mis males el menos preciado,
Esta añoranza perpetua, como cadena constante
Que me amarra a tu memoria
Sin escape.
He dicho, firmo y rubrico,
Sobre el eterno cadalso
Que habito como alma en pena,
A veintiuno de mayo
Del año dos mil y siete.
Leído. PAQUITA
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