lunes, 21 de mayo de 2007

Declaración de males

Ya que en los últimos tiempos,

Admito que con acierto,

No has dejado de acusarme

De guardarme de contarte ciertas cosas,

Y habida cuenta que ya

Has dictado tú sentencia inapelable

Y al parecer no existen posibilidades

De ver reducida mi condena,

Hoy al fin me he decidido,

Con la desilusión dando fe como notario

Y más que para demostrar mi honestidad,

Para complacer tu solicitud de transparencia,

A presentar mi declaración de males

Sincera y públicamente.


A día de hoy, mas sobre todo en la noche

Cuento en mi haber –o para ser más precisos,

En el debe- con unas manos más que vacías,

Una oscura turbidez apegada a la mirada

Y unos cuantos años como toda una vida

Irremisiblemente perdidos para nada,

Para nunca, para siempre, para nadie.

También soy a mi pesar usufructuario

De un sin fin de sueños rotos

-nunca podrás llegar a imaginarte como sangran-

Y de un pesado y persistente insomnio

Que estrecha horizontes y ensancha mis noches,

Mientras va menguando con la luna mi esperanza.


No quisiera que se me quedasen en el tintero

Mi creciente tabaquismo compulsivo,

Ni estos pasos sin huellas errabundos

Requebrados por el vértigo y la nausea,

O esta recién descubierta, en reconocimiento rutinario,

Tensión arterial

Desmedidamente elevada.


He querido dejar para el final

Por ser de mis males el menos preciado,

Esta añoranza perpetua, como cadena constante

Que me amarra a tu memoria

Sin escape.


He dicho, firmo y rubrico,

Sobre el eterno cadalso

Que habito como alma en pena,

A veintiuno de mayo

Del año dos mil y siete.

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