Mírame la mirada, niño,
que lo que resta es continuar,
sobre las hojas destrozadas,
y los pedículos secos por el frío,
torturados a lo largo del camino,
que nos queda por pisar,
al lado el río.
El que salpica deseos,
y apunta la dirección,
de nuestros pasos.
El que canta a los veranos,
y llora primaveras,
en el borde de nuestros sueños.
Mírame y no me pienses.
Si tú sujetas mi peso,
yo me apoyo,
y siento que abrazas,
el horizonte.
No puedo pedir más,
en este angosto camino,
que el calor de tu costado,
junto al mío.
que lo que resta es continuar,
sobre las hojas destrozadas,
y los pedículos secos por el frío,
torturados a lo largo del camino,
que nos queda por pisar,
al lado el río.
El que salpica deseos,
y apunta la dirección,
de nuestros pasos.
El que canta a los veranos,
y llora primaveras,
en el borde de nuestros sueños.
Mírame y no me pienses.
Si tú sujetas mi peso,
yo me apoyo,
y siento que abrazas,
el horizonte.
No puedo pedir más,
en este angosto camino,
que el calor de tu costado,
junto al mío.
me gusta mucho la poesía de 'Seda', gracias, Rafa.
ResponderEliminarUn beso.
Preciosa forma de sentir el tacto...
ResponderEliminarBsos de tu Mar
Este poema es especial para mi, por las circunstancias en las que lo escribí, por esto me emociona que os guste.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias.
Gracias Rafa :)
Gracias a ti, Mamen, por compartir un poema tan hermoso.
ResponderEliminarBesos.