Mi, amén de admirada, estimadísima y muy deseada carnalmente Nicole:
Supongo que ya, a través de eso que no sé porqué nos empeñamos en denominar medios de comunicación, te habrá llegado la noticia de que Marlene Dietrich y Ernest Hemingway mantuvieron un largo romance desde que se conocieron en 1934 a bordo de la Ile de France, hasta la muerte de aquél en 1961. Y que ahora, tantos años después, las cartas de amor que se cruzaron han sido expuestas al público en el Museo John F. Kennedy de Boston. Yo, como me queda un poco lejos, no creo que vaya. Pero no sólo por la distancia. Es que además, como tanto un gran escritor como una estupenda actriz y cantante no tienen porqué poseer necesariamente aptitudes notables para la redacción de misivas amorosas, y, sabiendo que, en la época que nos ha tocado vivir, se hace objeto de culto y negocio hasta de las bragas que se dejó olvidadas en un motel de carretera sin estrellas la asistenta de la prima lejana de una vecina de Patricia Arquette, como que estas cosas no dejan nunca de escamarme un poco. Pero bueno, no quiero decir con esto que, si es que así te placiese, tú no hubieres de acudir al John F. Kennedy en algún rato que tuvieses libre dentro de tu apretada agenda; que nunca se sabe.
También sabrás, por lo mucho que ya se ha aireado, que Ernest y Marlene, a pesar de su presunta pasión, no llegaron nunca a acostarse juntos. No, no me refiero a que, tras una noche salvaje de juerga, terminaran cayendo rendidos ante un profundo sueño sobre la misma cama. Quiero decir que, ya fuese en perfumado tálamo, ya en el probador de unos grandes almacenes, nunca llegaron a fornicar la una con el otro; que jamás a un tiempo aullaron de placer sin aliento, la columna vertebral arqueada al límite y espasmos incontrolables en las piernas y en el vientre, mientras mutuamente no paraban de decirse “más, más, sigue, sigue, no pares, no pares, oh dios”.
Y, ¡coño!, no he podido evitar pensar que, tal vez, Hemingway y yo hayamos sido algo así como dos almas gemelas. Porque yo tampoco dejo de preguntarme por quién doblan las campanas de la Iglesia de enfrente de mi casa todas las tardes cuando me despiertan en plena siesta. Y es que, ¡joder!, con el vertiginoso avance que han experimentado de un tiempo a esta parte las tecnologías de la información y del conocimiento, ya podrían buscarse los curas otro modo menos molesto y obsoleto de convocar a los fieles. Pero, si lo he pensado, ha sido sobre todo porque, tú y yo, de dulce y agitado fornicio, tampoco nada de nada.
Y lo peor de todo, para mayor gloria de este dolor testicular que amenaza con hacerse crónico y que sólo consigo aplacar levemente mediante una práctica inusitada del onanismo, es que tú ni siquiera me escribes. Sí, Nicole, cariño, sí, por si lo has olvidado, he de decirte que el próximo 20 de junio se cumplirán cuarenta años sin que me hayas enviado una sola carta, sin recibir ni una triste nota manuscrita por tus estilizados y dulces dedos de seda, en la servilleta arrugada y manchada de café con leche y mantequilla de un local de fast food. Será por eso que mi amor por ti es también inextinguible, incluso más que el que al parecer Ernest sintió por Marlene, según dicen, probablemente, porque jamás llegaron a echar tan siquiera un mal polvo apresurado.
Pero, Nicole, a pesar de tu prolongada indiferencia, te amo por encima de todas las cosas, y lo sabes endemoniadamente bien. Y no cejaré en mi empeño hasta que este excelso amor platónico que por ti siento se transforme noche tras noche en sexo salvaje y sin precauciones que nos haga temblar de gozo al alcanzar sincrónicamente el éxtasis sublime del orgasmo. Y si así no ocurriese porque nunca fuese tu deseo, aquí tienes mi corazón para que, si te reconforta, puedas romperlo por menos de una moneda de cinco céntimos de euro que yo aportaría gustoso de mi pobre bolsillo.
Te quiero y te abrazo firmemente y te beso fuerte.
Rafa
Huelva, a once de abril de 2007.
Posdata: No quiero despedirme sin aclararte, por si los devaneos sin importancia que he mantenido esporádicamente con ella hubieran podido ser uno de los motivos de tu abrumador silencio, que también hace décadas que no recibo ni una sola carta de Mónica Bellucci. Al igual que me sucede con Milla Jovovich. Así que sigue enojada todo lo que quieras. Pero detente en algún momento, chica, que nunca me he cansado de confesar a los más allegados que sólo hay una como la Kidman en el mundo, que nunca jamás habrá otra, y que me siento muy solo cuando te enojas conmigo.
Supongo que ya, a través de eso que no sé porqué nos empeñamos en denominar medios de comunicación, te habrá llegado la noticia de que Marlene Dietrich y Ernest Hemingway mantuvieron un largo romance desde que se conocieron en 1934 a bordo de la Ile de France, hasta la muerte de aquél en 1961. Y que ahora, tantos años después, las cartas de amor que se cruzaron han sido expuestas al público en el Museo John F. Kennedy de Boston. Yo, como me queda un poco lejos, no creo que vaya. Pero no sólo por la distancia. Es que además, como tanto un gran escritor como una estupenda actriz y cantante no tienen porqué poseer necesariamente aptitudes notables para la redacción de misivas amorosas, y, sabiendo que, en la época que nos ha tocado vivir, se hace objeto de culto y negocio hasta de las bragas que se dejó olvidadas en un motel de carretera sin estrellas la asistenta de la prima lejana de una vecina de Patricia Arquette, como que estas cosas no dejan nunca de escamarme un poco. Pero bueno, no quiero decir con esto que, si es que así te placiese, tú no hubieres de acudir al John F. Kennedy en algún rato que tuvieses libre dentro de tu apretada agenda; que nunca se sabe.
También sabrás, por lo mucho que ya se ha aireado, que Ernest y Marlene, a pesar de su presunta pasión, no llegaron nunca a acostarse juntos. No, no me refiero a que, tras una noche salvaje de juerga, terminaran cayendo rendidos ante un profundo sueño sobre la misma cama. Quiero decir que, ya fuese en perfumado tálamo, ya en el probador de unos grandes almacenes, nunca llegaron a fornicar la una con el otro; que jamás a un tiempo aullaron de placer sin aliento, la columna vertebral arqueada al límite y espasmos incontrolables en las piernas y en el vientre, mientras mutuamente no paraban de decirse “más, más, sigue, sigue, no pares, no pares, oh dios”.
Y, ¡coño!, no he podido evitar pensar que, tal vez, Hemingway y yo hayamos sido algo así como dos almas gemelas. Porque yo tampoco dejo de preguntarme por quién doblan las campanas de la Iglesia de enfrente de mi casa todas las tardes cuando me despiertan en plena siesta. Y es que, ¡joder!, con el vertiginoso avance que han experimentado de un tiempo a esta parte las tecnologías de la información y del conocimiento, ya podrían buscarse los curas otro modo menos molesto y obsoleto de convocar a los fieles. Pero, si lo he pensado, ha sido sobre todo porque, tú y yo, de dulce y agitado fornicio, tampoco nada de nada.
Y lo peor de todo, para mayor gloria de este dolor testicular que amenaza con hacerse crónico y que sólo consigo aplacar levemente mediante una práctica inusitada del onanismo, es que tú ni siquiera me escribes. Sí, Nicole, cariño, sí, por si lo has olvidado, he de decirte que el próximo 20 de junio se cumplirán cuarenta años sin que me hayas enviado una sola carta, sin recibir ni una triste nota manuscrita por tus estilizados y dulces dedos de seda, en la servilleta arrugada y manchada de café con leche y mantequilla de un local de fast food. Será por eso que mi amor por ti es también inextinguible, incluso más que el que al parecer Ernest sintió por Marlene, según dicen, probablemente, porque jamás llegaron a echar tan siquiera un mal polvo apresurado.
Pero, Nicole, a pesar de tu prolongada indiferencia, te amo por encima de todas las cosas, y lo sabes endemoniadamente bien. Y no cejaré en mi empeño hasta que este excelso amor platónico que por ti siento se transforme noche tras noche en sexo salvaje y sin precauciones que nos haga temblar de gozo al alcanzar sincrónicamente el éxtasis sublime del orgasmo. Y si así no ocurriese porque nunca fuese tu deseo, aquí tienes mi corazón para que, si te reconforta, puedas romperlo por menos de una moneda de cinco céntimos de euro que yo aportaría gustoso de mi pobre bolsillo.
Te quiero y te abrazo firmemente y te beso fuerte.
Rafa
Huelva, a once de abril de 2007.
Posdata: No quiero despedirme sin aclararte, por si los devaneos sin importancia que he mantenido esporádicamente con ella hubieran podido ser uno de los motivos de tu abrumador silencio, que también hace décadas que no recibo ni una sola carta de Mónica Bellucci. Al igual que me sucede con Milla Jovovich. Así que sigue enojada todo lo que quieras. Pero detente en algún momento, chica, que nunca me he cansado de confesar a los más allegados que sólo hay una como la Kidman en el mundo, que nunca jamás habrá otra, y que me siento muy solo cuando te enojas conmigo.
Rompo mi silencio -sin que te sirva de precedente para nada-, para decirte que cómo "jode" esa posdata
ResponderEliminary es que al final, el amor-pasión es posesivo que no veas
Pues ahora mismo vendo la exclusiva de la carta y su apresurada contestación a la revista o tele que más me pague, que una cosa así ... se ve todos los días.
ResponderEliminarPAQUITA
genial, Rafa, esta historia me ha encantado, y me genera esa envidia insana que me da cuando alguien escribe algo que me hubiera gustado escribir a mi (¡ cabrón !, apostillaría, pero la envidia es transitoria)Solo una pega, ¿no sería mejor que se vaya intuyendo sin más y no hacer una posdata tan larga?.
ResponderEliminarpor cierto, otra cosa en relación a una sugerencia de tu relato ¿te imaginas un msm a tu móvil: el cura ya está en el altar, faltan dos minutos para misa de ocho, pásalo?
ResponderEliminarCarta perdida de Nicole a Rafa:
ResponderEliminarRafa mi vida, está es la última vez que te escribo, más que nada porque no se si es que te estoy acosando, o no me quieres como yo pensaba, o no esta bien tu hotmail...
Pero piensa que bajo la distancia que nos separa nos unen los sentimientos y la ilusion de haber podido compartir tantas cosas... tantos sentimientos... tantos besos... piel con piel...
Sí, tantas veces despierto con la sensacion de tus labios en los mios... con el cansancio de un vientre sumido en espasmos, y agujetas entre mis piernas a la altura de mis ganas de tu cuerpo...
Ves te escribo, te pienso y mis pezones se ponen duros, jo Rafa, contestame aunque sea para rechazarme, al menos mis deseos se haran menos tormentos en post de ser frustrados... Dame un solo suspiro, un instante para saciar la sed que me engulle... creo que el onanismo no es solución... no quiero llegar que comparme un dildo y ponerle tu nombre... apiadate de mi...
Tu Nicole
30 de Febrero del 2007
Vamos a ver Rafa, pshita mía, no tienes perdón, ¿cómo se te ocurre mandar misivas a la susodicha sin el correspondiente acuse de recibo? Vete tú a saber si la diva no se habrá jartado de derramar lagrimitas como perlas por tu causa, y tú ahí, desengañado y sin saberlo-¡Qué webos tienes!-
ResponderEliminarAhora bien, no sabes como te comprendo, por eso comprenderás que te hable desde la experiencia, yo me llevé lustros mandando cartas a Michel Pfeifer, y nada, ni caso, después lo intenté con Aitana Sanchez Gijón, pero a lo más que llegué con la moza fue a verle "las lolitas" mientras hacía, ella, top less en la playa de Zahara de los Atunes (Cai), que no es poco, para que nos vamos a engañar. En fin, Rafa, que tendrás que aprender a vivir con ello o confiar en el destino, que a veces da unas sorpresas de la leche.
Pan tumaca y birritras frescas.
Paquita, espero participar de los beneficios generados, je, je.
ResponderEliminarGracias, larrey, lo de los mensajitos del móvil es genial, no se me había ocurrido. Igual escribo algo al respecto.
Sobre la posdata, bueno es una recreación casi literal, cambiando nombres, de algunas de las cosas que Ernest le dejó dicho a Marlene. Al igual que la despedida apasionada. Aunque tienes razón, larrey, el relato sin la misma hubiera quedado más abierto, pero... no, no, no me pude resistir a escribirlo, me resultaba tan cotidiano, tan universal, tan posible de escribir por cualquiera sin necesidad de ser Premio Nobel -lo cual no quiere decir que tenga o no calidad literaria, que yo no soy crítico-, que me pareció reseñable.
Querida Nicole... Horrorrrrrrrr!!! un dildo con mi nombre, como la perrita de una vecina a la que le han puesto BELÉN ESTEBAN, no, por favor. Y el hotmail ¿¡jodido!? No sé, en hotmail recibo pocos correos, pero alguno cae todos los días. Prueba con la misma dirección, pero de yahoo, ¿vale?, que no me siento en absoluto acosado por nadie. ¡Oh, Nicole, después de cuarenta años... me escribes! Un beso.
Kai, sin que se entere Nicole, te diré que yo lo he intentado también con Shakira, con Jenifer López... con Rosy de Palma. Y ná de ná. Ya, por probar, lo llegué a intentar hasta con Mikel Jackson... Y tampoco. Ah, perro, las lolitas de la Aitana... qué gusto, digo que busto... Tú sí que tienes suerte... Así que lo seguiré intentando con Nicole.
Abrazos.
Killo Rafa, mas hexo un favor tio! te debo una... :P
ResponderEliminarNo te imaginas con k es ganas me trinca, me acaricia, me lubrica y te nombra, no pienses lo digo por drte envidia, sino por agradecerte esto... Vamos tu es k ni soñarias tal k no soñaba yo con k le gustaba tanto unos espasmos y convulsiones tan, tan... vamos k la primera vez entre en esa profundidad candente, chorreante... esas paredes tan rugosas... mmmm vamos tio k te debo una, ademas ahora se lubrica el ano... en dos dias me hago con el y vamos k es un orgullo llevar tu nombre
Afectuosamente tu fan nunber wan
¡Cojones!, ya no sólo llevas mi nombre, sino que, encima, so cabrito, me escribes pa ponerme los dientes largos. Bueno, los dientes... y otras cosas. Y te metes en... no quiero ni pensar que hayas profanado las sagradas oquedades de mi Nicole... ¡Intolerable! Pero esto, esto... no se va a quedar así; pienso dedicar el premio enterito del reintegro del cupón del viernes a encontrarte para darte por el dildo. No es una amenaza, es... una promesa. Y ante notario.
ResponderEliminarTu pe-sa-di-llaaaaaa
(Je, mientras no se entere Nicole, me descojono con estas cosas)
Jo Rafa yo lo decia de buena fe... para que supieras k en ciertas manifastaciones orgasmicas ( k orgasmos diossssssssss si te cuento... vamos a k nunca te han orgasmado 3 y 4 veces sin sacarte de... bueno me callo k luego dice...), se acuerda de ti... mmm y como se acuerda... saca mete saca mete... ese fluido mmm tan rico y como huele mmmmmm
ResponderEliminarMira para que veas que soy buen tipo, me agenciare un toperware y te mando por seur a portes pagados una muestra fluida de su ultimo gran orgasmo ;)
P.D.: Pa que veas como trbajo: http://www.youtube.com/watch?v=eaR4N3s5K9U
Ja, con lo del video (por cierto, que peaso de fiestorro de cumpleaños. ¡Y cuánta nata!), ya no te escapas, que me he quedao con tu cara. Vaya nariz grande que tienes jodío. Aunque creo que eso de que trabajas de maravilla es fanfarronería, que no se ve na de na, que to estaba mu tapao. Lo que pasa es que la moza, que tiene una cara de agradecía que no veas, se conforma con poco (no me extraña tampoco, que con esa familia...). Tamañana.
ResponderEliminarPilas alcalinas y vaselina.
Rafa "Matadildos".
Veras Rafa, no se ve na de na porque sig tus enseñanzas y soy un caballero... vamos vamos fanfarron me dices?? y tu que, eh?? si hubieras "abastecido a la Nicole yo no taria tan agotao, o por lo menos tendria argun dia de descanso... Pero ya tiemblo (y no pr orgasmar ni eyacular) cuando la Nicole abre el cajon de la comoda diciendo: "Rafa ven, te estoy exando mucho de menos..."... Podios! un aumento de salario al menos..
ResponderEliminar!Uy! oigo la puerta... pasos...
- Rafa¡¡ cariño... ven k mama tiene calor...!! :P
SOS
Vaya, vaya, veo que mi promesa de hacer justicia te han terminao acojonando y ahora me llamas caballero y alabas mis enseñanzas. Pues, ¡qué lo sepas!, de nada te servirá el pelotéo, y menos cuando ya ha confesado que te lo estás haciendo con mi adorada Nicole. Cada vez estoy más cerca (eso sí, con mucha precaución, que tanta nata me da un poco de respeto), je, je...
ResponderEliminarPo k sepas k ahora me voy a follar a la Nicole a mas no poder ... amos
ResponderEliminark si he de poner una sucursal de nata al por mayo lo hago... eso si jijiji se llamara "Natas Nicole y chupate esa!!"
Y ,me voy un rato k la Nicole esta preparando un baño... jijiji tu no sabes la de cosas k se pueden hacer de submarinista jijiji o kieres te las cuente??
Tu exfans number wan, Dildo Rafa Leon
DESDE CUBA, CON AMOR
ResponderEliminarMi querido Ernest:
te escribo hoy la carta que nunca vas a leer y, sin embargo, mi VIEJO, aquí estoy, sentada frente al MAR de tus-mis zozobras, con esa quemazón de ojos y esa asfixia que me sobreviene cada vez que la vida me toca con su mano más despiadada.
¡Ay, mi querido amor!
¿De qué sustancia está hecha la fuerza que aún hoy a tí me une?, le pregunto a unas CAMPANAS que aún ,en mi corazón, doblan por tí.
"Una pasión no sincronizada", así llamabas a “ lo nuestro”, una pasión de campanas tañendo descompasadas, rasgando silencios sin lunas, clamando, agónicas en desconsuelo grito de carta sin destinatario de remitente sin cielo.
¡Ay, mi viejo, mi mar, mi Ernst
Un beso, amor, eterno:
Tu pequeña "Kraut"
Nicole
Gracias, mi pequeña "Kraut", desde éste mi retiro de sombras, por reconfortarme haciéndome saber que aún me recuerdas y que así, de algún modo aún sigo vivo. Gracias desde este retiro al que nunca debí decidir marcharme. Pues, aunque tarde, he aprendido que, si no nos abandonamos definitivamente al mismo, siempre hay tiempo. Mientras seguimos vivos siempre hay la posibilidad, si lo intentamos, si lo deseamos con todos nuestras fuerzas, de sincronizar las campanadas de dos corazones que palpitan el uno por el otro, el uno para el otro, el uno sin el otro. Pero mi reloj se ha parado, y ya para mí es tarde.
ResponderEliminarHasta siempre mi cielo. Te amo. Te amare siempre, por encima del tiempo y la distancia, más allá de lo imposible.
Ernest