Hoy me he pasado todo el día pensando en llamarte, en realidad llevo así desde hace ya demasiado tiempo. Quería decirte que, después de tantos meses sin saber nada de ti, me ahogan las ansias por hablar contigo, porque me vuelvas a contar tus cosas: las buenas, para alegrarme, y las malas, para intentar darte todo mi apoyo como traté de hacer, sin demasiada fortuna, en otros tiempos. De haber tenido fuerzas para hacerlo, te hubiera dicho que me aterra tener que pasar el resto de mi vida en el permanente dolor de pensar que no he hecho todo lo posible, y hasta lo imposible, por tratar de recuperar a una de las mejores amigas que he tenido, quizá la mejor, a una de las personas que más he querido, que aún más quiero, aunque nuestra amistad se haya quebrado por los continuos despropósitos a los que he estado abocado por la desorientación permanente en que me han tenido sumido mis sentimientos frustrados e imposibles -¡Me duele tanto sentirme culpable del abominable delito de haberte perdido!-. Que es muy duro no poder ir ya nunca a verte cuando me resulta imposible sacarte apenas un instante de mi pensamiento. Que es una herida incurable querer tanto a alguien y no saber como ganarse de nuevo su amistad y su confianza. Pero no he podido quitarme de la cabeza que igual tú piensas que ya es demasiado tarde y que puede que lo mejor para ti sea ya que yo continúe muerto, vagando en mi soledad como alma que se va desvaneciendo sin ningún sentido. Y he tenido miedo, como siempre, siempre el miedo. Te quiero, aunque tú ya no lo quieras, aunque tú ya no lo creas, aunque tú ya no lo sepas. Te querré, como te prometí un día sin que tú me hubieses requerido tal promesa, siempre, aunque mi cariño deambule perdido sin poder atravesar el muro infranqueable que se ha ido urdiendo sobre los cimientos de la distancia, el silencio y el miedo.
Miedo, horrible sentimiento, castrador total, invalidante, debilitante.
ResponderEliminarMi suegro decía: A las penas, puñalás, y a los disgustos, chuletas.
¡Eso es fácil decirlo! Se oye siempre. Claro, mucho más que conseguirlo, pero imposible ... lo que se dice imposible ... No es.
Abrazo y apretado. PAQUITA
Vaya, rafa, menudo texto. Te has derramado sobre el teclado.Rebosa una melancolía omnipresente, casi universal, y una ternura de algodones, de esos que te rescatan entre sábanas de las resacas amatorias. Genial.
ResponderEliminarYa sabes: Más vino y más besos.
Se que no puedo secar el humedal de tu pena, pero, quizá, un abrazo, sólo un triste abrazo virtual, calme al menos un poco tu infinita soledad.
ResponderEliminarVino y lo que sea.