sábado, 20 de junio de 2015

Viuda negra

No dejes que despierte.
Cabálgame, espolea
mi aguijón de alacrán
en celo y, cuando el sueño
de nuestro nexo tóxico
comience a diluirse
en las primeras luces
de la aurora, inocula
toda tu noche, toda
la calma que te sobra
en mi desasosiego
y súmeme en la hondura
de la sombra postrera.

2 comentarios:

Vivian dijo...

Que así sea!
En Cuba dicen: El que por su gusto muere, que la muerte le sepa a gloria!
(O algo parecido)

Te quedó precioso Rafa.
¿Nunca te conté que tengo alma de tarántula? (Venida a menos)
Besos
Lindo fin de semana.

Carlos dijo...

El hombre alacrán incocula deseofogoso a cambio de calma profunda. Es un poema un poco metafísico, pero muy sugerente